Ser
auténtico no se puede aprender, se es o no se es. Nadie nos va a enseñar la
fórmula para poder imprimir nuestra personalidad en las cosas que hacemos. Todos
nacemos con dones y habilidades que tenemos que descubrir para luego
utilizarlos y crear algo positivo.
Hortense
Laborie tiene un don para la cocina tradicional francesa y cuando le piden ser
la chef de eventos personales del presidente de Francia, acepta el reto. Y
verdaderamente lo es, ya que con excepción de su asistente Nicolás, se
encuentra en un ambiente algo hostil y machista. Su sencilla procedencia y la
simplicidad de su forma de cocinar, despierta los celos y la envidia de otros
chefs en el Palacio del Elíseo.
La
película inicia en un barco que se dirige hacia la Base Científica “Alfred Faure”
en las islas Crozet y nos movemos constantemente, por medio de una serie de
flashbacks, a los días de Hortense como chef en el Palacio. Ella genera celos
de otros chefs, que por estar “mejor preparados” la subestiman y menosprecian.
Poco sirve contar con importantes certificaciones y mucho estudio si (en éste
caso) al probar un platillo carece de personalidad, y como dice Hortense luego
de examinar el postre del chef Pascal “lo pudo haber hecho cualquiera”.
La
técnica, el aprendizaje y el esfuerzo constante son muy importantes, pero
imprimir un toque único es lo que nos hace extraordinarios. Eso decía mi
excelente profesor de danza contemporánea en las clases. Las “patas” cualquiera
las levanta, todos pueden aprenderse una clase si la repiten hasta el
cansancio, la técnica sirve mucho, pero como una base para “destruir” el
movimiento y crear algo único. Pueden ser 12 alumnos en un salón haciendo la
misma clase, pero de 12 formas distintas, ya que cada quien transmite sensaciones
diferentes.
Volviendo
al argumento de la película, Hortense entabla una amistad de breves, pero
valiosos momentos con el presidente, en los que hablan de cocina y de la vida.
El le dice que la adversidad es la sal de la vida. Me gustó esa frase porque creo
que es cierto… Las cosas con la cantidad suficiente de sal saben bien, cuando
carecen de ella pueden llegar a ser desabridas, pero mucha sal es difícil de
tragar y como dice una de mis canciones favoritas de The Shins “You´re not
obliged to swallow anything that you despise”. Y es precisamente lo que termina
haciendo Hortense. El reconocimiento del presidente y el éxito que tiene no son
suficientes para tolerar la cantidad de sal que se fue generando en su tiempo
en el Palacio y luego de tres años, decide renunciar.
Los
sabores del Palacio es la primer película del 17 Tour de cine Francés que veo,
me gustó y la recomiendo.
recomendación musical: Sleeping Lessons - The Shins
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